jueves, 16 de diciembre de 2010

domingo, 5 de diciembre de 2010

Zapatilla

Vuelve el frío. En verano nos acordamos de él cuando vemos nuestros pies hincharse por el calor y por la inmovilidad y ahora nos acordamos del verano cuando a todas horas del día, exceptuando unas cuantas horas de la noche, nuestros pies parecen convertirse en témpanos de hielo imposibles de hacer entrar en calor. El invierno de este año parece adelantarse ya que a finales de octubre empezó a dar algún coletazo, con un respiro en la primera semana de noviembre, y que ahora ataca de nuevo y con crudeza, y los pies siguen sin entrar en calor. No tengo controlada la fórmula para evitar esta desagradable sensación de tener los pies siempre fríos. Lo hemos probado casi todo: la extrema, poco económica y poco ecológica estufa a menos de 1 m de los pies que conlleva el peligro de refreirlos, los dobles y hasta triples calcetines, la manta cubriendo nuestros pies y nuestras piernas, etc. El zapato tradicional comporta el peligro de la aparición de puntos de presión y por lo tanto sólo nos queda recurrir a un tipo de zapatillas de aquellas que algunos considerábamos de "abuelete" pero que comportan ciertas dificultades ya que acostumbran a tener la abertura un tanto estrecha o con gomas que para nosotros pueden resultar incordiantes. Así que sin abandonar la manta tradicional a la que pronto sustituiremos por otra de forro polar, he encontrado por Internet en una tienda especializada de material de montaña la virgueria que inmortaliza la fotografía.

No son la panacea pero ayudan bastante. Son unas zapatillas con una suela bastante flexible y con una abertura lo suficientemente generosa para facilitar la introducción de un pie relativamente deformado y de tejido sintético con una capa interna de plumón natural que logrará mantener el pie a una temperatura idónea si conseguimos que éste no se enfríe demasiado. La característica del plumón es precisamente ésa, la de mantener la temperatura corporal a raya aunque si los metemos fríos dentro de él, difícilmente logrará calentarlos. Aún así y con estos peros estoy contento con el descubrimiento. Una última recomendación; elijamos una talla más grande de la que tengamos reconocida ya que así será capaz de asumir las deformaciones del pie.

lunes, 22 de noviembre de 2010

Cuidadores, asistentes, etc...


Hoy me he decidido a hablar sobre un tema un tanto delicado, pero dado que ha cogido cierto protagonismo por una aparición televisiva en medio de la campaña electoral de las elecciones al Parlament de Catalunya no quería desaprovechar la ocasión para expresar mi opinión, como siempre muy personal.


Hace unos años, a raíz de las noticias relacionadas con el desarrollo de la Ley de la Dependencia, una fundación ligada al BBVA estimaba que el coste de la atención a una persona dependiente rondaba los 1800 €/mes. Ahora bien, reconozco que sin haber leído todo el trabajo realizado por esta fundación y del que guardo copia en las estanterías de mi librería puedo decir, por experiencia propia, que el cálculo a simple vista resulta corto. Imaginemos por un momento a alguien que por su nivel de dependencia necesite atención durante 24 horas/día. Sigamos imaginando que esa persona, por las razones que sea, tenga que contratar esa atención y por lo tanto, estatuto de los trabajadores en mano, tendrá que contratar tres personas para que cada una de ellas realice un horario diario de 8 horas/día y utilizando el término universal y ahora tan de moda del mileurismo le adjudicaremos a cada uno de ellos ese sueldo (que me perdonen por hacerlo tan barato) y con una simple multiplicación dé el resultado de 3000 €/mes. A esta cantidad habría que sumar la manutención, alimentos, ayudas técnicas (que la mayoría no están subvencionadas), vivienda, etc., y por qué no, algún capricho como el de alquilar una película en un videoclub.


No es ésta una visión catastrófica del tema es simplemente, como decimos aquí en Catalunya, habas contadas. Pero bien, como dijo algún político en un programa de televisión, hemos de reflexionar y alegrarnos ya que antes de llegar la ley de la dependencia no había nada, y nada es nada, así que fácilmente podemos llegar a la conclusión que, números al margen, todo este tipo de asistencia se desarrollaba en ámbitos puramente privados y muchas veces a espaldas de la sociedad más visible, más mediática, es decir que cada cual se buscaba la vida pues el problema de la dependencia no es una consecuencia de los tiempos modernos, ni una moda, ni un invento político. Pero no vamos a hablar de la ley de la dependencia, muchos ya sabemos el rendimiento que está dando y las esperanzas de lo que dará de sí. Quisiera centrarme más en una cuestión de la realidad de los que vivimos en una situación de dependencia total y que muchas veces nuestro bienestar viene dado por una mera cuestión de la más pura suerte que impide que no reclamemos la muerte a gritos.


Tal vez sea una cuestión de país pero hace tiempo, indagando sobre el tema de las posibles opciones de optar para una plaza residencial para discapacitados, averigüé que en Catalunya las opciones eran prácticamente nulas. Y cuando digo nulas me refiero tanto a nivel público como a nivel privado. Todo lo contrario que en Francia que dispone de una red pública de residencias y centros para este tipo de situaciones muy amplia. Hablando con alguien con conocimiento de causa sobre este tema me dijo que la relativa actividad bélica del estado francés producía un número determinado de dependientes, o dicho de otra manera, heridos de guerra que posteriormente necesitarían de una serie de cuidados especiales y que a raíz de esa situación se desarrolló esa red de asistencia incluida en el sistema de salud francés y que ahora se mantiene al margen de la ausencia de enfrentamientos bélicos. Tal es así que incluso uno de los puentes que atraviesa el Sena en París rinde homenaje a "los inválidos". Para que nos hagamos una idea, si quisiéramos ir a pasar un mes a una de estas residencias o centros hace aproximadamente unos 10 años el presupuesto ascendía hasta los 6000 €.


En España hace 70 años que acabó la guerra civil y por lo visto los que sobrevivieron no debieron encontrar motivos suficientes como para justificar esta necesidad, aunque se habla y se rumorea que existe un centro dependiente del gobierno autonómico de Castilla-La Mancha para parapléjicos en Toledo que quien ha tenido ocasión de visitarlo lo califica como "El Dorado" de este tipo de centros (¿uno en todo el país?).


http://www.hnparaplejicos.es/


Así que siguiendo investigando conforme a uno se le van planteando determinadas necesidades descubre que si bien existen instituciones muy centradas en paraplejia o tetraplejia las pistas de lo que encuentra es que estos centros están básicamente orientados al tratamiento médico de estas patologías y de las consecuencias posteriores de estas patologías, es decir, no están pensados para largas estancias. Incluso interrogando a estas instituciones reconocen que no existe una bolsa de trabajo específica para el cuidado de personas dependientes, es decir, por la razón que sea la gente no opta por desempeñar este tipo de trabajo y por lo cual tampoco hay una formación determinada y específica para este tipo de actividad, solo breves apuntes generales en los estudios de medicina, enfermería, fisioterapia o auxiliar de enfermería. Así que con estas premisas el pesimismo opta por invadir y por eso y hasta el momento la ley de la dependencia en lugar de ofrecer servicios o profesionales que podrían incluirse en la lista de asistentes personales o cuidadores optan por ofrecer dinero para compensar la carencia pero calculado con unos estándares que a priori se presentan como "curiosos", por supuesto siempre a la baja, muy a la baja.


Con todos estos condicionantes uno, con ayudas económicas o sin ellas, tiene que encomendarse a algún santo que no esté muy ocupado y mirar a un lado y al otro para poder identificar a quien podrá recurrir dentro de su círculo más cercano dispuesto a desarrollar una función generalmente sobrevenida y en muy pocos casos de elección voluntaria que marcará el resto de su vida. Lo normal, como siempre ha sido, es recurrir a la familia siempre y cuando ésta esté capacitada, pero no en cuanto a conocimientos que estos se podrán adquirir conforme al devenir de las carencias y de las necesidades del afectado, sino en cuanto a la voluntad de adquirir ese compromiso que por otra parte no hay dinero que pueda pagar. Porque lo que tengo claro a estas alturas de la película es que nos cuide quien nos cuide siempre tendrá que ser alguien que por una razón u otra tenga un compromiso sentimental de mucho valor pues toda la serie de vivencias que el futuro nos aportará solo será sostenible con ese compromiso sentimental que algún poeta clarividente definiría como "amor". Todo lo que difiera de esto, todo aquello que podamos pagar con dinero a cambio de horas de trabajo será simplemente a cambio de conseguir a "aquel que cuida el gato", es decir, alguien que pudiera ocuparse de la persona dependiente un determinado pero corto número de horas, responsabilizándose de lo más básico y más elemental, para que el cuidador principal, la auténtica estrella de esta terrorífica película, disponga de un tiempo para su persona o para realizar todas aquellas gestiones que no pueden realizarse sin salir de casa. No obstante y por experiencia puede darse el caso de que el contratado llegue a implicarse, también sentimentalmente, con la situación y que por lo menos facilite la comprensión de la situación y que no añada más problemas de la que ésta ya conlleva y que su disponibilidad sea total para conciliar horarios y necesidades. Esto, aunque parezca frío, también es un auténtico milagro o un auténtico golpe de suerte. Lo contrario, en más de una situación, por decirlo de alguna manera lo más normal, hace que el asistente/a más tarde o más temprano se convierta en algún momento en el asistonto/a .


Para ir acabando, hemos llegado a la conclusión que toda aquella ayuda externa que tengamos que contratar lo haremos básicamente pensando en que la ayuda que pueda ofrecer estará más enfocada en ayudar y aligerar de carga de trabajo e incluso a aumentar en lo posible la comodidad de aquella o aquel que se erige como cuidador de la persona dependiente y que sea esta última quien disponga o dirija la ayuda que nos puedan ofrecer.



Quiero dedicar este apunte (que he autolimitado para no excederme en cuanto a longitud) a mi compañera Eva. Diría "esposa" pero el término me suena extremadamente casposo e incluso un término policial, aunque también podría decir "mi mujer" que me suena también a demasiado posesivo, así que aunque exista una unión de tipo civil la palabra "compañera" define perfectamente el tipo de relación que nos une.

viernes, 8 de octubre de 2010

viernes, 10 de septiembre de 2010

Adaptar el coche

Hoy hablaremos de la adaptación de un automóvil para podernos desplazar en él. Hasta que no se invente o se desarrolle un sistema de control mental con el que podamos nosotros mismos conducir un vehículo (lo divertido sería encontrar a un valiente que se pusiera a nuestro lado) hay que pensar que cualquier adaptación estará siempre orientada para facilitar a los demás el trabajo de introducirnos en el vehículo con la mayor facilidad posible.

Como siempre hablaré de mi propia experiencia personal, de lo que nosotros hicimos, que para nada tiene que ser la mejor solución para todos pues en la elección intervienen un montón de factores en los que incluso al final puede ser determinante el gusto personal, pero aún así intentaremos explicar el porqué. Lógicamente estamos hablando que de lo que se trata es de meter en el vehículo a alguien que se desplaza fuera de él en silla de ruedas, así que habrá que recurrir a algún tipo de vehículo en principio grande de dimensiones y que el mercado ofrezca alguna solución de adaptación. En la mayoría de los casos los precios de los vehículos es directamente proporcional a su peso y tamaño así que rápidamente la visión se nos centra en monovolúmenes o en furgonetas de tamaño medio. Cuando pensé en adquirir un coche adaptado se me ocurrió que la mejor manera de poder elegir y posteriormente tomar una decisión era visitar el Salón del Automóvil de Barcelona.




La verdad es que en aquel momento la única referencia personal sobre lo que tenía que ser un coche adaptado eran precisamente los taxis que cubren los servicios especiales de transporte en mi ciudad y que básicamente se centraban en un par de modelos, uno de Peugeot y otro de Fiat, cuyo acceso al interior del vehículo se realiza por el portón posterior y la adaptación consiste en rebajar el piso del coche justo en la zona donde se aloja la rueda de recambio, para la cual se encontrará otra ubicación, mientras que para superar el desnivel respecto al suelo se utilizan rampas, algunas escamoteables y otras plegables de las que podemos encontrar diferentes ejemplos en las páginas webs que se sugieren al final del apunte. Así que una vez dentro del vehículo el usuario de silla de ruedas queda alojado en lo que todo el mundo llama el maletero convirtiéndolo, por decirlo de alguna manera, en una tercera fila de asientos. Eso sí, se sacrifica prácticamente todo el maletero ya que ocuparemos todo ese espacio. ¿Pero cuál es, para mí, el problema?, que quedamos marginados y confinados a la parte de atrás del vehículo y aunque se trata de un espacio reducido como lo pueda ser el interior de un coche queda lejos la luna delantera y casi seguro, también, nuestra queridísima acompañante.



Huérfano de ideas alternativas dimos vueltas por el Salón hasta tropezar con el Stand de Fiat y en concreto en el de sus vehículos comerciales. Allí pudimos ver una Fiat Dobló adaptada con una rampa con un elevador eléctrico y tuvimos la ocasión de conversar con una comercial de la casa Guidosimplex encargada de realizar aquella adaptación. La citada furgoneta Fiat Dobló tenía y creo que todavía tiene dos versiones en cuanto a carrocería se refiere, una con una elevación del techo de aproximadamente 15 cm más respecto al modelo estándar y era precisamente esa versión más alta en la que se había realizado la adaptación. Este detalle es importante tenerlo en consideración ya que hay que calcular bien el espacio en altura puesto que tenemos que tener en cuenta nuestra altura una vez sentados en la silla de ruedas y que ésta puede variar bastante si se trata de una silla de ruedas convencional o una silla de ruedas eléctrica, siendo la altura en este último caso mayor que con la anterior. La comercial no obstante, decía que allí, en el Salón y en cualquier concesionario, lo único que podíamos hacer era adquirir la furgoneta y a lo sumo conseguir una rebaja en el precio alegando la condición de discapacitado o usuario de silla de ruedas para poder entrar en una especie de programa comercial de Fiat llamado Mobility y que luego ella personalmente nos pondría en contacto con una de las empresas que se dedica a este tipo de modificaciones con la que, lógicamente, intentaban colocar todos los productos que fabrica y/o comercializa Guidosimplex. Nos dio la tarjeta con su número de teléfono mientras que allí realizamos el pedido de la furgoneta con otro comercial de la marca en el mismo Salón. Pero aquel nunca llamó así que fuimos hasta un concesionario de Fiat en el centro de Barcelona. Nos atendió un impresentable con apellido de episodio bélico que nos estuvo jodiendo sistemáticamente durante más de dos meses hasta que al fin pudimos disponer de la furgoneta. Sobre los vendedores de coches habría tema como para editar un libro, pero en este momento me abstendré.

El siguiente paso fue contactar con la empresa que debería adaptar el vehículo y comentar con el responsable de la misma las diferentes posibilidades. Con catálogo en mano decidimos que mientras se pudiera quería sentarme en el asiento del copiloto por lo que nos propuso poner una base giratoria Turnout aprovechando el asiento original del vehículo, algo que al final no pudo ser ya que la suma de las dos alturas hacía que mi cabeza tropezara con el techo del coche, pero eso no lo pudimos comprobar hasta que la modificación estuvo realizada (dio la sensación de que éramos los primeros en pedir algo así, y ellos en hacerlo) por lo que a toda prisa tuvimos que sustituir el asiento original por una asiento "Recaro" que atornillado directamente sobre la base giratoria conseguía una altura normal.








Como se ve en la imagen la base giratoria gira sobre su eje hacia el exterior, sobresaliendo parte del cojín del vehículo y facilitando la transferencia de la silla de ruedas al asiento del vehículo para luego, una vez sentados, volver a rotar la base y quedar perfectamente colocados en la posición del copiloto. También hay que eliminar el retenedor de la puerta para que está se abra todavía más y el tope de la apertura está asegurado por el tope de la bisagra aunque deberemos acompañar la puerta al abrir para evitar golpes bruscos. Y ya puestos a cambiar el asiento lo que se recomienda es que busquemos un modelo que tenga apoyos lumbares para que cuando nuestro control de tronco haya disminuido nos sintamos más sujetados por esos apoyos, sobre todo para cuando nos lleven por carreteras muy reviradas. También sería bueno, aunque conseguir esto es bastante difícil, disponer de un apoyacabezas con orejeras para que la cabeza quede ajustada y no se ladee cuando la musculatura del cuello también esté mermada.



He aquí una imagen de la idea pero habrá que conseguir que la voluntad y habilidad del adaptador pueda realizar esta sugerencia.



Como segunda alternativa para el transporte, montamos una rampa abatible en la parte de atrás de la furgoneta con la que podíamos acceder al interior del vehículo y una vez allí anclar la silla de ruedas, tanto manual como eléctrica, para asegurarla con los movimientos del vehículo y como medida de seguridad que por otra parte es obligatorio. Esa opción, la de ir sentando en la silla de ruedas en lo que sería la caja de transporte de la furgoneta, sólo la utilicé una sola vez y sinceramente no me gustó. Parecía estar sentado en el papamóvil en el que sólo podía mirar hacia los laterales y con un poco de suerte ver alguna que otras par de piernas y algún escote de alguna conductora o de alguna acompañante de los coches que nos adelantaban por la derecha o por la izquierda. A diferencia de la modificación de los taxis el problema es que quedamos a una altura excesivamente elevada con el añadido que también conlleva el balanceo, que a mayor distancia del suelo también éste es mayor. No obstante la solución se puede aprovechar para hacerla servir para subir y bajar con facilidad la silla, que en nuestro caso siempre era la eléctrica, del interior del vehículo y utilizar los anclajes para sujetar la carga.





Todo esto lo realizamos en el año 2003, justamente en medio de un cambio de legislación respecto a este tipo de actuaciones sobre un vehículo, en el que se incluía como cambio más importante la necesidad de adjuntar un informe técnico de la modificación tanto por quien realizaba la modificación como por el fabricante del vehículo que tiene que dar un OK de las modificaciones realizadas sobre el vehículo que él ha fabricado. Así que con esto, ignorando si actualmente ha sufrido modificaciones la legislación, es importante que cuando nos realicen el presupuesto de la adaptación exijamos que incluyan los gastos de ese informe técnico y que por supuesto sean ellos quienes realicen la inspección técnica obligatoria en cualquier delegación de la ITV para que no tengamos que ser nosotros los que vayamos de un lado a otro achuchando a unos y a otros para conseguir la homologación de la modificación y que ésta quede reflejada para siempre en la ficha técnica de nuestro vehículo.

Sobra decir que cualquiera de estas modificaciones no responden precisamente a precios populares por lo que también se podrá recurrir al mercado de segunda mano en el que podemos encontrar algún que otro coche ya adaptado. De todas formas vale la pena el esfuerzo económico porque eso nos mantendrá durante un tiempo dentro de las posibilidades de poder realizar viajes y actividades que de otra forma (transporte público) son o bien muy difíciles o prácticamente imposibles.


lunes, 6 de septiembre de 2010

Un apunte más sobre el estrés

Interesante programa sobre el estrés y sus consecuencias. Estas teorías no son la bíblia pero apuntan insinuaciones interesantes. No obstante a la enfermera de urgencias del Clínic hay que enseñarle targeta amarilla. Una profesional que se jacta de ello tendría que tener la capacidad suficiente para ponerse sobradamente en la piel del paciente, ya que al margen de ser un ejercicio intelectual beneficioso le ayudaría a valorar muchísimo más su trabajo y en parte su privilegio.

domingo, 22 de agosto de 2010

Terapias alternativas

"Lo mejor de este oficio es que gente que tiene problemas mucho más serios que el fútbol, que vive la crisis de manera brutal o se enfrenta a dramas particulares, por un rato vibran, olvidan, celebran, gracias a este juego".

Josep Guardiola

http://www.elpais.com/articulo/portada/Guardiola/hijo/paleta/elpepusoceps/20100822elpepspor_11/Tes


miércoles, 11 de agosto de 2010

Pánico

Llevo días pensando en escribir sobre esto y lo primero que me vino a la cabeza fue el cuento de "Juan sin miedo", aunque tras comprobar la versión original de los hermanos Grimm cuál ha sido mi sorpresa que ésta no coincide con la que tenía almacenada en mi memoria. No recuerdo bien quién me contó la que yo recordaba aunque con casi toda seguridad será una versión más "maristera" (por aquello de la congregación religiosa dedicada a la educación). Fueron muchos años los que viví en mi infancia y pubertad bajo la singular visión de esta orden religiosa y supongo que dejando de lado, por sueña tortillas (la palabra en catalán es más adecuada "somniatruitas"), a los mismísimos Grimm adecuaron determinados cuentos a su ideario. Aquella versión se iniciaba con la misma introducción que el original. Juan era un muchacho que constantemente reclamaba que alguien le aleccionara sobre el miedo ya que desconocía tan terrible, según otros, sensación. En la versión que recordaba una bruja le cortaba al anochecer la cabeza a Juan y así debía de transcurrir toda la noche con la cabeza separada del cuerpo y la conciencia plena y pese a lo traumático en ningún momento él sentía miedo. A la mañana siguiente con un ungüento especial la bruja le volvía a unir la cabeza al cuerpo mientras ésta le preguntaba si había conocido, por fin, el miedo. El episodio se repetía noche tras noche hasta que al final la bruja, por un despiste, le unió a la cabeza al revés, es decir, con la cara mirando hacia atrás y fue entonces cuando realmente descubrió el miedo. Pocas moralejas se podrían extraer del porqué Juan descubrió el miedo si cuando miraba hacia abajo se veía el culo. En todo caso intrigante la versión marista. El relato de los hermanos Grimm cuenta que Juan marchó de la granja familiar en busca del miedo hasta que acogiéndose a la oferta de un rey que ponía la mano de su hija a disposición de aquel que fuera capaz de pasar tres noches en un castillo encantado y tras enfrentarse a fantasmas, monstruos imaginables y espeluznantes escenas oníricas sintió miedo cuando una mañana la princesa le tiró por encima una jarra de agua fría mientras él dormía.

Sea como sea y excusándome por la coincidencia con el nombre del protagonista del cuento, el miedo es una sensación real que dependiendo de cada cual podremos gestionar de una manera u otra. No puedo decir como el protagonista del cuento que no conozco esa sensación, o mejor dicho, que no la conociera con anterioridad a contraer la enfermedad, aunque tampoco puedo decir todo lo contrario, es decir, que sea alguien extremadamente temeroso de una cosa u otra. Creo que muchas veces la propia inconsciencia de determinados peligros hace que se ausente esa sensación del miedo y que corramos auténticos peligros sin ser conscientes en absoluto de ellos. Desde luego la vida sería insoportable si ante cada acto o decisión dejáramos abatirnos por el miedo que simplemente, como dicen algunos sabios, paraliza por completo. Si tuviera que describir esas sensaciones personales sobre el miedo vivido tendría que echar mano, como muchas otras veces, a las referencias cinematográficas, y es que reconozco que películas como "La matanza en Texas" o "El resplandor" no he podido jamás verlas enteras. Pero quizás ahí resida un poco el límite de pasar del miedo al pánico ya que en una situación normal tienes la opción de elegir de "sigo viendo la película" y por lo tanto "sigo padeciendo el miedo voluntariamente" o por el contrario "me levanto" y dejo de padecer esa sensación.

Pero el miedo es incluso una sensación que voluntariamente podemos alimentar nosotros mismos. Nuestra imaginación puede ser tan potente desarrollando mentalmente hipotéticas situaciones que podemos crear un sentimiento de miedo y de todos sus sinónimos. Quiero decir que podemos tener miedo a imaginar un dolor que en este momento no tenemos o la enfermedad de alguien querido y cuando ese miedo imaginado se multiplica por la impotencia que conlleva la inmovilidad total, que no sólo implica no poder rascarnos nuestra propia oreja, sino que además incrementa el terror de no poder acudir a la ayuda física de nadie por muy cercano materialmente que esté de nosotros. Recuerdo una escena de "Mar adentro" en la que el protagonista tiene a tan sólo un palmo su mano de la de sus seres más queridos y pronuncia la frase... "tan cerca y a la vez tan lejos", por la imposibilidad física de mover ni un sólo milímetro su mano para alcanzar la de cualquier otro. Pero ese miedo podemos educarlo, podemos hasta cierto punto controlarlo porque no deja de ser una suposición que nuestra propia mente ha creado malévolamente, independientemente de que esa suposición acabe cumpliéndose o no, pero que analizado fríamente, según como, es absurdo preocuparse por algo sobre lo que no tenemos control de sí sucede o no. A propósito de esta última reflexión recuerdo una conversación con mi hijo mayor en la que me preguntaba que si en el caso de que alguien me hubiese dicho que en base de las pruebas genéticas que me han realizado a raíz de la enfermedad de que existiera la posibilidad de que él también pudiera contraerla si se lo comunicaría, dando él por sobreentendido que al margen de mi decisión de decírselo o no yo tenía la obligación de hacérselo saber. Al margen de que los resultados de las pruebas que me han hecho indican de que no tiene por qué pasar, de la misma manera que tampoco tenía yo ningún antecedente familiar de lo que me ha pasado, la pregunta del millón sería... ¿condicionaría el resto de su vida disponer de esa información convertida en sentencia en el caso de que tuviera probabilidades de contraerla?, ¿Hasta qué punto esa información podría convertirse en una especie de miedo que le acompañaría el resto de su vida? Ese sería motivo para otro debate bastante más conceptual.

Pueden existir otros tipos de miedo o más bien otro tipo de situaciones que nos crearan miedo y muchas veces, volvemos a lo mismo, es creado por el conocimiento específico de determinadas cosas sobre aquello que nos acontece en el tiempo actual. Pero como panacea existiría el inmediato o mejor sería decir el que padecemos en el mismo momento que determinada situación nos genera, parecido al que sentimos cuando vemos una película de terror en el que el pensamiento prácticamente desaparece y el miedo se genera única y exclusivamente con la visión de aquello que tenemos delante. Aquí la imaginación no tiene hueco, no tiene lugar ya que casi se anula incluso el propio pensamiento que nos impide controlar esa sensación convertida por algunos en placer y al cual se abandonan (me refiero a los que les gusta el cine de terror).

Pero superando esa línea de lo controlable el miedo se convierte en pánico. El pánico no tiene control. Lo descubrí el día que sentado ante el ordenador y solo en casa empecé a sentir un sudor frío y la aceleración del ritmo cardiaco, sumando una sensación de desamparo total ya que tomé conciencia irreversible de que ante cualquier contingencia sería incapaz de reaccionar por mí sólo o hacer algo para evitar cualquier cosa por no disponer de asistencia inmediata por parte de nadie. Allí estaba solo ante la pantalla del ordenador que por suerte disponía de conexión a Internet y mi única defensa y recurso era mi voz con la que podía controlar el engendro y el precario y solitario movimiento de un solo dedo de mi mano derecha que me permitía hacer el clic en el ratón. Me faltaba el aire y no era por un tema de insuficiencia respiratoria crónica que en el futuro adquiriría sino por el pavor que me causaba aquella situación real y no imaginaria. Era tanta la parálisis que incluso afectaba al propio pensamiento para buscar una solución y tardé cinco minutos en reaccionar sometido a aquella especie de catarsis física. Por suerte en aquel mismo instante un amigo estaba conectado al Messenger y pude pedirle que llamara por teléfono a Eva que estaba en la peluquería a poco menos de 50 m del portal de casa.

Aquel día pensé que iba a morir, solo, desesperado, pero no. Aquel día descubrí que una vez traspasada esa línea del miedo al pánico no hay retorno. Por alguna razón que no sé explicar algún tipo de circuito interno, algún determinado grupo de neuronas, se deterioran de tal manera que no cabe la recuperación y en el momento más inoportuno aunque no del todo injustificado puede repetirse el episodio. Digo no del todo injustificado porque a raíz de aquel primer ataque de pánico nunca más he vuelto a quedarme solo en casa, pero la concatenación de determinados elementos hace que vuelva a generarse otro episodio de pánico sin poderlo controlar. Y la diferencia real entre miedo y pánico es simplemente que el pánico es absolutamente incontrolable, por mucho que uno intente razonar el episodio se pierde el control por lo que realmente se justifica la avería a la cual me refería.

Hace aproximadamente una semana en la televisión autonómica catalana hicieron un programa sobre el miedo dentro de una serie titulada "Bricolaje emocional". Buenas argumentaciones las que se exponen en el programa pero con bastantes tintes de demagogia culta y floral, ya que lo único que puede mitigar la aparición de esos brotes de pánico, que en algunos casos incluso pueden llegar a prevenirse, son una buena dosis de tranquilizantes que te dejen durante un poco de tiempo fuera de servicio mental.

http://www.tv3.cat/videos/3021030

No tengo mucha fe en la psicología o tal vez sea que no tenga mucha fe en los profesionales que se dedican a ella. Ya hice referencias en un apunte anterior titulado "La mosca". Por mucho que un psicólogo me diga que no tengo que tener miedo a determinados pensamientos dudo mucho que pueda entenderme sin haber pasado por una situación similar a la nuestra. Quiero decir que nosotros podemos hacer el esfuerzo de entender que nos apliquen una metodología estudiada en una facultad, pero difícilmente ellos pueden imaginarse a ellos mismos ni tan sólo cinco minutos dentro de nuestro cuerpo o dentro de nuestra mente, algo que sinceramente y personalmente considero imprescindible para entender de qué hablamos.

Incluyo el enlace que he encontrado en la Wikipedia sobre los ataques de pánico. La descripción es realmente buena.

http://es.wikipedia.org/wiki/Ataque_de_p%C3%A1nico

Quizás toda esta disertación no sea excesivamente relevante ya que es una experiencia personal y tal vez intransferible, pero visto con la perspectiva que el tiempo transcurrido nos proporciona sí pueda servir para evitar, en la medida de lo posible, situaciones previsibles y hasta cierto punto lógicas que podrían haberse evitado perfectamente.


viernes, 23 de julio de 2010

La ropa

Hoy hablaremos de la ropa, del vestir. Me viene a la cabeza la típica imagen de la evolución del hombre en la que a la izquierda y a cuatro patas aparece el simio cubierto de pelo y que poco a poco va enderezándose hasta caminar erguido. Para visualizar el proceso de una enfermedad neurodegenerativa tendríamos que empezar colocando la imagen de la derecha totalmente a la izquierda hasta concluir con la imagen de alguien sentado en una silla de ruedas. En ese proceso de adaptación, y porque no, también de evolución, influyen mucho las prendas de vestir que mejor se adaptarán a cada paso de esa evolución. Para que se me entienda podríamos visualizar a alguien sentado en una silla de ruedas con traje y corbata, y los hay. Ahora mismo me viene a la cabeza que el actual ministro de economía del gobierno alemán es parapléjico, pero, sinceramente, no creo que una americana sea nada cómoda de llevar sentado en una silla de ruedas. Y que conste que no critico la corbata, que para odiarla tampoco hace falta ser ningún discapacitado. Espero que al acabar con este apunte se me entienda de lo que estoy hablando.

Empezaremos, como no, por los pies para ir subiendo y acabar en la cabeza. Cuando las piernas empiezan a pesar el tipo de zapatos que empleemos nos podrá alargar la agonía por un más que respetable tiempo. Se trata de buscar algún tipo de calzado lo más ligero posible en cuanto a peso se refiere. También es importante que la parte delantera de la suela no sobresalga nada o lo más mínimo posible del propio perfil del zapato para evitar en la medida de lo posible los tropezones. Es algo muy sutil pero cuando las piernas pesan sólo tenemos una referencia hasta la punta de nuestros dedos gordos del pie, así que todo lo que sobresalga de ese punto queda, por decirlo de alguna manera, fuera de nuestro control sensorial. Hay que pensar que llegará el día en que, más que andar, arrastraremos los pies por lo que hay que vigilar con aquello con lo que podamos tropezar.



Luego si tenemos dificultad con las manos podemos también ir pensando en utilizar un calzado provisto de cremalleras o Velcro en lugar de los típicos cordones. Ya nadie se acuerda de lo que nos costó aprender a atarnos los cordones de los zapatos cuando éramos niños, pero los que hemos tenido hijos hemos tenido la oportunidad de volver a comprobar la dificultad que eso conlleva, así que si se atontan las manos los estados de desesperación pueden aumentar y hay que intentar evitarlos. Pero llegado el punto en el que por fuerza nos tengamos que sentar para siempre hay que pensar que ante la ausencia del peso de nuestro cuerpo los pies acabarán deformándose de forma irregular, es decir, cada pie será un caso, por lo que más tarde o más temprano tendremos que ir sustituyendo los zapatos anteriores por otros. Por propia experiencia, a la conclusión a la que he llegado es que lo más adecuado es comprar zapatos dos o tres tallas más grande de la que usábamos cuando andábamos. A más a más y en la mayoría de los casos lo recomendable es incluso quitar las plantillas de espuma interiores que casi todos incorporan para que el zapato acepte la deformación del pie y también el más que probable hinchazón, especialmente en verano, debido a la falta de irrigación sanguínea por la ausencia de movimiento. Ahora bien, encontrar la combinación de todos estos detalles es realmente difícil. En cuanto a los calcetines reconozco ser un auténtico maniático y no soporto otros que no sean de 100% algodón o de hilo lo más fino posible, incluso en invierno. Siempre cabe la posibilidad de poner dos en esa época del año si no podemos soportar el frío.

Bien, llegamos a la cintura y lo haremos de fuera hacia dentro. Empezamos por los pantalones. Como todo, esto también acompañará a la evolución de lo que nos acecha. En mi caso, como he repetido en múltiples ocasiones, los primeros síntomas de la enfermedad se manifestaron en mis brazos por lo que las primeras dificultades ya las habíamos comentado en el apunte escatológico anterior. De sobras es conocido por todos el Velcro pero habría que hacer un poema para ensalzar las bondades del invento. Al margen de lo que ya está contando, durante un tiempo tuve que recurrir a pantalones que tuvieran los bolsillos delanteros en forma de "sonrisa", como dice Eva, pero que podemos encontrar en todos los tejanos o jeans.



La razón es tan simple como poder colgar de esos bolsillos el dedo gordo de la mano o poder poner dentro la mano entera en una posición lo más natural posible para poder andar sin llevar los brazos colgando a merced de cualquier movimiento no deseado. Luego cuando tengamos que permanecer para siempre sentados hay que ir a buscar pantalones anchos, que no aprieten la cintura, sin bolsillos; ni laterales, ni anteriores, ni posteriores, ya que cualquier costura puede llegar a ser tan sumamente impertinente que acabe produciéndonos dolor. Tampoco serán necesarias las presillas para el cinturón ya que el riesgo que el pantalón se nos venga abajo será nulo. Una buena opción también es buscar pantalones unas cuantas tallas por encima de la nuestra, pero ahora es el momento de hacer recomendaciones gratuitas ya que desde hace bastante tiempo encargamos los pantalones en la única empresa que he sabido encontrar en la red que se dedica casi en exclusiva a confeccionar ropa para discapacitados MAXVIDA.

Se puede escoger el tejido por aquello del verano o del invierno y el pantalón tiene un tiro o mejor dicho la longitud de la cremallera más larga de lo normal por lo que la abertura es mayor que la de un pantalón normal algo que facilita mucho el quitar y el poner el pantalón y en el caso de los hombres la accesibilidad para hacer pipí. También el tiro es diferente en la parte anterior que en la posterior siendo esta última más larga con el fin de evitar que la parte posterior del pantalón nos quede en los puntos de presión cuando estamos sentados o algo tumbados por lo que la cintura de la prenda nos queda por encima de la rabadilla o por encima de donde la espalda pierde su nombre. Tampoco es necesario que nos preocupemos en que acierten con los bajos ya que sentados no nos vamos a pisar los talones. Los pantalones de chándal son una alternativa cómoda, pero nos costará encontrarlos exentos de bolsillos y/o de algodón. Reconozco que a mí personalmente no me gustan por una cuestión de concepto en el que tampoco conviene ahora extenderse. Hurguemos en el interior hasta tropezarnos con los calzoncillos. Sería cuestión de gustos empezar con el debate de que es mejor; si slips o bóxers. En otras épocas de mi vida no cabría la discusión pero ahora me decanto por los bóxers para evitar rozaduras o la presión incómoda de los elásticos en las ingles. Aunque en un principio podríamos pensar en la teoría de que todo aquello que se ajuste al cuerpo evitará la creación de dobleces incómodos la presión de determinados elásticos se me presentan como insoportables. Luego, la elección de la composición del tejido ya que las fibras sintéticas son de cuestionable transpiración por lo que recomiendo el 100% algodón. Tras una búsqueda titánica sólo hemos encontrado una marca que cumpla con lo anterior y que además tenga una ventaja añadida que es que no tiene una costura central en la parte posterior. La única objeción es otra vez el elástico de la cintura que aunque se escojan tallas mayores de las necesarias aprietan en exceso a los que tenemos barriga cervecera. También tienen la clásica abertura delantera con botón para sacar al pajarito y cambiar el aceite de las olivas. No obstante, para evitar la presión del elástico hemos hecho una adaptación, bueno las amigas de Eva de "La yaya costurera", que consiste en cambiar la goma original por una cinta de la medida de todo el perímetro de la cintura del calzoncillo, así no aprieta nada la zona abdominal.

Llegamos al tronco y empezaremos centrándonos en la estación del frío, en invierno. Aquí deberemos aplicar la teoría de las tres capas, es decir, aquella que dice que con tres prendas podríamos y deberíamos soportar los rigores del frío y pensando que la tercera capa es exclusivamente para salir a la calle. Partiendo de dentro hacia fuera, la primera capa debería ser aquella que indistintamente de manga larga o de manga corta está pegada directamente a la piel, y cómo no, de algodón, por aquello que "entre algodones" deberíamos estar todos.



Podemos encontrarlas de diferentes grosores de tejido pero aquí sí que conviene que esté lo más ajustada posible al cuerpo por aquello de evitar al máximo que se produzcan las incómodas arrugas para los que tenemos siempre la espalda apoyada. Mis favoritas son las de cuello redondo o cuello "perkins". Existen tejidos sintéticos que podríamos calificarlos como más "técnicos" como polares de grosor más finos que se utilizan en actividades al aire libre pero siempre he tenido esa sensación de que lo sintético tiene su dificultad de transpiración. Otro detalle importante es que la camiseta que utilicemos como primera capa sea lo suficientemente larga como para que llegue lo más abajo posible de la espalda. Como segunda capa no me queda otro remedio que reivindicar los forros polares y en concreto los de la marca Quechua del Detcathlon, de polyester que según dicen están hechos con botellas de plástico recicladas (PET).


Abrigan y son baratos, y lo más importante es que no tienen ningún tipo de costura en la espalda. Es difícil encontrar camisas que no tengan costuras transversales en la espalda u otras más decorativas, aparte del engorro añadido de quien nos tiene que ayudar a vestir y que tendrá que embotonarlas. Para las transiciones del invierno a verano y viceversa podemos recurrir a polos de manga larga y que el cuello, al ser fino, no nos molestará al apoyar el cogote. Y una vez llegado el verano la opción más cómoda y refrescante son las camisetas, de algodón, claro, y si queremos ir un poco más elegantes podremos recurrir a los polos de manga corta también de algodón.

Y para la tercera capa sólo me queda decir que como tampoco tendremos que ir por la vida luciendo tipo ni nada de eso lo mejor es recurrir a chaquetas o cazadoras que no sean excesivamente largas para que no sea incompatible con el hecho de ir en silla de ruedas y que dificultaría, también, el ponerlas o el quitarlas. No estaría mal para cuando tuviéramos que salir a la calle en invierno unos guantes de lana y un gorro también de lana ya que dicen que por la cabeza se disipa el 25% del calor corporal.





sábado, 12 de junio de 2010

Kaka

Tema escatológico el de hoy. Podríamos utilizar todos una serie de metáforas o eufemismos para hablar del tema pero lo más claro y diáfano es decir que hoy hablaremos del cagar. Por eso he cambiado el título del apunte un par de letras con la intención de adornarlo, aunque el resultado final parezca que hoy hablaremos de cierto jugador del Real Madrid. No hay ninguna mala intención escondida con ese hecho.

Cada uno a las cosas le aplica determinada importancia dependiendo de su estructura mental que viene condicionada por tantas y tantas cosas como la educación recibida, el ambiente o el entorno en el que vive, etc., pero para mí la acción de evacuar siempre ha sido uno de los handicaps más importantes ocasionados por esta enfermedad con los cuales me he tenido que enfrentar. Tal vez alguien considere que esto es un tema menor o sencillamente una estupidez pero realmente siempre he llevado mal el hecho específico del de no poderme limpiar por mí sólo el culo. Con ánimo de justificar esta personal obsesión o preocupación busco antecedentes que lo puedan justificar así que rememoro el pasado y algunas situaciones hacen que la dificultad todavía me deprima. Por si en alguna ocasión no lo había comentado mi discapacidad empezó primero en el brazo izquierdo y después en el derecho para posteriormente afectar las extremidades inferiores y el resto de la musculatura voluntaria. Como se sobreentiende la incapacidad en las extremidades superiores determina el grado de autosuficiencia y el poder hacer determinadas cosas por uno mismo, y el proceso en ambos brazos fue el siguiente: dificultad en la flexión del brazo, seguido de problemas con la supinación, para acabar con problemas en la prensión o garra de la mano. Relato todo este proceso para poder entender el gesto simple de poderse subir y abrochar los pantalones, y el más elemental y básico que es pasarse el papel higiénico por el ano. Así que uno, con la lenta degeneración, va reinventándose y buscando soluciones, algunas realmente estrambóticas. Recuerdo que aún en activo tuve que realizar un viaje de trabajo al extranjero cuando ya tenía prácticamente afectado en su totalidad el brazo izquierdo y el derecho todavía podía, aunque con dificultad, soportar el peso de los pantalones. En aquella ocasión dispuse del tiempo necesario como para realizar una prueba tras otra de cómo subirme el pantalón. Descubrí que la mejor manera era tumbado en la cama y aprovechar abdominales, lumbares y la musculatura de las piernas, todavía conservadas, para subirme los pantalones. Me resulta difícil explicar con palabras el movimiento así que me abstengo. Luego estaba la dificultad de subir la cremallera que con el tiempo solucioné poniendo una cinta de tela anudada en el agujero del gancho del deslizador de la cremallera (no todos lo tienen) para poder meter alguno de los dedos de la mano que todavía se flexionaban y poder así subirla poco a poco. Resumiendo, se trataba de eliminar en la medida de lo posible la gravedad (efecto físico que atrae la masa de los cuerpos hacia el centro de la tierra). Pero ah!..., amigos, al final uno tiene que enfrentarse al auténtico reto que es abrocharse ese maldito botón del pantalón. Ese es un auténtico termómetro de la decadencia y de la autosuficiencia. Un gesto que en situación normal efectuaremos de una forma tan mecánica como inconsciente se convierte en un auténtico suplicio que puede llegar a provocar el más intenso sudor. De la ropa o mejor dicho del vestuario hablaremos más adelante en otro apunte pero ese maldito botón lo podremos sustituir con corchetes o botones de presión o con otro tipo de cierres que podemos encontrar en cualquier mercería. También podremos sustituir el botón por anillas rectangulares mientras hacemos pasar por su interior una cinta de Velcro que una buena modistilla sabrá adaptar, todo ello para dejar pasar el tiempo hasta que tengamos que recurrir al pantalón de chandal y su cintura elástica de goma que para algunos nos hará perder una relativa y muy personal dignidad. Lo reconozco, es una cuestión casi cultural y estética que el momento práctico que requiere podría pasar a un segundo plano y aún así uno está dispuesto a este singular sacrificio con tal de no recurrir a nadie que te baje o que te suba los pantalones antes y después de ir al baño. El elástico invita a instalar ganchos estratégicamente y adecuadamente colocados en la parte interior de las puertas para poder aprovechar la fuerza de las piernas para poder subir y bajar los pantalones con la cintura elástica atrapada en esos ganchos. En fin, casi se trata de una cuestión de ingeniería pero no de ingeniería académica sino de ingenio puro y duro. Todo por esa lucha titánica e interna de no tener que recurrir a nadie para algo, a priori, tan personal. Pero hasta los reyes más poderosos deben abdicar en un momento u otro en su lucha contra la autonomía y recuerdo como si fuera ahora el día que le pedí a la mujer que nos hacía la limpieza en el piso que por favor me subiera los pantalones. Sólo tardó una semana en decirnos que no podía seguir viniendo a trabajar para nosotros, así que se trataba de buscar a alguien que al margen de la limpieza estuviera dispuesta a subirme y a bajarme los pantalones cada vez que se lo solicitara. Ésa fue la condición que planteábamos a cada una de las unas cuantas que pasaron por casa para "cuidar al gato" mientras mi compañera tenía que ir a trabajar. No hubo mayores problemas visibles o notorios o, por decirlo de alguna manera, excesivamente evidentes. Ahora bien, una de esas mujeres que pasaron por aquí, después de dos años de trabajo ininterrumpido, justo el día de autodespedirse y en forma de reproche, nos dijo que el primer día que tuvo que limpiarme el culo se fue a casa llorando, como si aquello hubiese significado una gran vejación para ella. La asistenta se convirtió en asistonta pero antes de desaparecer para siempre y completamente de nuestras vidas no pude reprimirme la necesidad de decirle que quien realmente llora es aquel que debe enseñarle sus intimidades a todo un rosario de desconocidos y desconocidas porque determinados movimientos básicos e insignificantes no puede realizarlos por si mismo. Hoy por hoy el tema ya es diferente ya que mi compañera, amiga, esposa y diplomada en fisioterapia ha dejado de trabajar para atenderme y cuando la necesidad aprieta acude rauda y dispuesta a la ayuda para poder aligerar todo tipo de presiones abdominales. El amor hace que prácticamente sus manos se conviertan en las mías y simplemente no encuentre la diferencia sobre lo que yo mismo haría en mí y por lo tanto el factor vergüenza agradablemente desaparece.

Ahora bien, si escuchando todo tipo de pautas con las que constantemente nos bombardean tanto los medios de comunicación como los más avezados facultativos de turno, que recomiendan una y otra vez una dieta sana, mediterránea por supuesto, y un mínimo de ejercicio para favorecer el tracto intestinal, normalmente me provoca la risa más cínica al pensar que lo primero tal vez si sea posible, pero que lo segundo ni se me ocurre el cómo ni la forma de compensar esa falta obligatoria de actividad física. Si a eso le sumamos que la musculatura abdominal se relaja de la misma forma que la del resto del cuerpo es fácil imaginar que los intestinos campan a sus anchas en esa zona del abdomen sin control y que la falta de fuerza necesaria para realizar empujones nos provoca más que un disgusto y un endémico estreñimiento. A partir de ahí lo que conlleva toda esta deficiencia es un delicado equilibrio entre dieta y laxantes que ayuden a la evacuación. Luego están otros problemas difíciles de catalogar como la compresión de un tal "nervio frénico" por parte de los intestinos y el diafragma, que también se adormece como el resto, que explicado el fenómeno a algunos les suena como un verdadero cuento chino pero que provoca una peculiar molestia. Así que cuando uno "caga a gusto", y creo que todo mundo entenderá esa expresión, aquí en casa celebramos fiesta nacional, pero tampoco se trata de convertirlo en un drama. El auténtico drama sería morir de un paro cardiaco en medio de un esfuerzo al intentar cagar o morir de un reventón intestinal que nos llenara el cuerpo de mierda.

Perdón por el apunte pero es un tema que realmente me tiene la moral comida.


miércoles, 2 de junio de 2010

Tarjetas

Hoy quiero poner a disposición de todo aquel que lo necesite toda una serie de cosas que la administración puede ofrecernos y que en determinados momentos pueden resultar interesantes. Cuando uno entra en el selecto club de los discapacitados ya sea por la razón que sea, es decir, por enfermedad o por accidente, deberían hacerle entrega y así poder disponer de un tríptico por parte de la administración en el que se indicaran determinados pasos a seguir a modo de protocolo como los que ellos utilizan para cualquier cosa. Al final uno tiene que recurrir al tradicional boca a boca e ir enterándose de determinadas cosas también por simples accidentes o coincidencias. Como estamos en un Estado tan imperfecto como cualquier otro hay que criticar el hecho de que para solicitar cualquier cosa de las que expondré a continuación tendremos que presentar una y otra vez los mismos papeles que casi pierden el color original de tantas fotocopias como sufren.

Antes de seguir apuntar que los enlaces que aparecen a continuación de cada prestación o trámite son específicos o bien de la ciudad de Barcelona o de la Generalitat de Catalunya, aunque la ventanilla donde se deba solicitar sea la misma, sobreentendiendo que en otras comunidades también tendrán en titularidad las correspondientes transferencias. Estos enlaces de curiosa longitud nos llevarán a su versión en catalán, pero también están disponibles en castellano.


Certificado reconocimiento discapacidad

Empezaremos por el documento principal y básico pues nos lo solicitarán en cualquiera de los trámites o prestaciones que se exponen, pues es necesario acreditar el "grado de discapacidad" ya que para acceder a la mayoría de esas prestaciones es imprescindible tener un porcentaje mínimo de discapacidad. Este certificado de reconocimiento nada tiene que ver, por lo menos en Catalunya, con la evaluación del grado de dependencia que se establece con la aplicación de la Ley de la Dependencia. Curiosamente para determinar el nivel y el grado de dependencia que recoge la ley se establece también un porcentaje y que para nada se tiene en cuenta el del "certificado de reconocimiento de la discapacidad". Una vez más y aún dependiendo de las mismas administraciones que se encargan de ambas cosas se duplica el trabajo y la necesidad de ir a diferentes ventanillas para algo que a priori se asemeja como igual.

https://w30.bcn.cat/APPS/portaltramits/portal/channel/default.html?&stpid=19970000706

http://www20.gencat.cat/portal/site/OVT/menuitem.8d9f3f7e23c1cd519e629e30b0c0e1a0/?vgnextoid=1b42e34e891e3210VgnVCM1000008d0c1e0aRCRD&vgnextchannel=1b42e34e891e3210VgnVCM1000008d0c1e0aRCRD&vgnextfmt=detall&contentid=4a18f996de6b3210VgnVCM1000008d0c1e0aRCRD


Solicitud reconocimiento dependencia

Y ya que hablamos de la ley de la dependencia el siguiente enlace nos explica cómo solicitar el reconocimiento de que somos personas dependientes. El gobierno socialista desarrolló esta ley amparándose en la creación del cuarto pilar del bienestar, algo que ahora los más pesimistas ponen en cuestión. No me refiero al cuarto pilar si no al estado del bienestar en si. La ley como concepto era ambiciosa hasta puntos insospechados pero algún día habría que hacer un estudio real del beneficio y de los beneficiarios de su aplicación. Lo digo porque puede llegar un día en el que hablemos de esto diciendo que "una vez me dijeron que a tal y cual le daban algo por ser dependiente", convirtiendo determinados casos en meras leyendas urbanas. Lo que sí ha propiciado es la contratación de valoradores y la ampliación de plantilla de la administración para poder gestionar una mastodóntica infraestructura, de una ley que ha impulsado y aprobado el gobierno central y que automáticamente ha transferido a los gobiernos autonómicos para que éstos a su vez hayan ordenado a los gobiernos municipales su gestión e implantación. La cuestión plantea dudas, ¿verdad? Como dato importante para no llevar a ningún engaño decir que la ley incluye un artículo que hace incompatible la percepción de una pensión de gran invalidez con cualquier prestación recogida en esta ley.

Pese a esto y otras cosas sobre las que no vale la pena incidir es interesante solicitar la inclusión de nuestra situación amparada en esta ley ya que por lo menos figuraremos en algún listado oficial como personas dependientes de cara al futuro o de cara a alguna ampliación de los derechos recogidos en esta ley.


Sobre este tema existe una Web exclusiva creada por la Generalitat de Catalunya. Cuesta encontrar las cosas pero haberlas hailas, así que vale la pena perder un poco el tiempo navegando.

Web dependència Generalitat

http://www.gencat.cat/benestar/persones/dependencia/index.htm

Tarjeta rosa


Y ahora entraremos en aspectos que aparecen como menores. En primer lugar la llamada "tarjeta rosa" que significa un descuento importante del coste del transporte público. Esta tarjeta también es aplicable para los mayores de 65 años o pensionistas aunque su obtención está directamente ligada a los ingresos anuales, es decir, que dependiendo de nuestros ingresos tendremos derecho o no a ser beneficiarios de esta tarjeta. Si bien a mí me resulta francamente difícil imaginarme utilizar determinados transportes públicos, hasta llegar a esa dificultad, puede que durante determinado tiempo nos podamos beneficiar de esta tarjeta.

Tarjeta blanca

La tarjeta blanca para los que vivimos en Barcelona ciudad consiste en una tarjeta , valga la redundancia, que da derecho a la utilización teórica de microbuses adaptados para personas con movilidad reducida. En realidad la cantidad de microbuses adaptados es ínfima y sinceramente no puedo aportar excesivos datos sobre ellos, pero el servicio se sustituye con servicios puerta a puerta de taxis adaptados siempre y cuando la ruta solicitada no esté ofrecida con otro medio de transporte público (autobuses, metro, etc.) con las paradas o estaciones adaptadas a usuarios discapacitados y/o con silla de ruedas. Con esto quiero decir que hay que tener un poco de vista a la hora de solicitar el transporte ya que si tanto el origen como el destino cuentan con una parada cerca de transporte público teóricamente adaptado, el servicio nos será denegado. Ésta es, entre otras, alguna de las reglas que rigen esta prestación y que se pueden consultar en el enlace. No obstante el servicio es más que interesante y sólo tendremos que pagar el precio de un billete ordinario de transporte público, multiplicado por el número de personas que nos acompañe. Este tipo de taxis también puede utilizarse sin tener la tarjeta blanca pero el coste será el mismo que el de un taxi normal, es decir, pagaremos lo que marque el taxímetro como un servicio de taxi convencional. La compañía que gestiona este tipo de taxis se llama "taxi amic".

https://w30.bcn.cat/APPS/portaltramits/portal/channel/default.html?&stpid=19970000181



Tarjeta acompañante


Esta es una tarjeta interesante. Se trata de una tarjeta nominal para la persona discapacitada que como ya hemos apuntado a partir de determinado porcentaje de discapacidad necesita un acompañante para la mayoría de sus actividades o para su movilidad. Básicamente lo que ofrece es la gratuidad de cualquier actividad o servicio para la persona que acompaña. Dicho de otra manera aquel que nos acompañe no deberá pagar ni transporte público ni la entrada en determinadas instalaciones que dependan de la administración. Habría que consultar si esto es extensible a otro tipo de actividades de titularidad privada. Lo desconozco.

https://w30.bcn.cat/APPS/portaltramits/portal/channel/default.html?&stpid=19970000629


Tarjeta de aparcamiento discapacitados


Interesante documento que nos permitirá aparcar en las zonas habilitadas y reservadas para discapacitados y en Barcelona ciudad (supongo que en otras ciudades también) en zonas de carga y descarga y zona azul sin correr el peligro de ser multados. Las tarjetas son nominales a la persona discapacitada y existen dos modalidades una para discapacitado conductor de su propio vehículo y otra para discapacitado no conductor que la podrá utilizar en cualquier vehículo independientemente de ser o no propietario del mismo para aparcar en esas zonas. La tarjeta además está homologada para poder ser utilizada en todo el territorio europeo.

https://w30.bcn.cat/APPS/portaltramits/portal/channel/default.html?&stpid=19970000225

(conductor)

http://www20.gencat.cat/portal/site/OVT/menuitem.8d9f3f7e23c1cd519e629e30b0c0e1a0/?vgnextoid=1b42e34e891e3210VgnVCM1000008d0c1e0aRCRD&vgnextchannel=1b42e34e891e3210VgnVCM1000008d0c1e0aRCRD&vgnextfmt=detall&contentid=b408e2b9be5f0210VgnVCM1000008d0c1e0aRCRD

(no conductor)

http://www20.gencat.cat/portal/site/OVT/menuitem.8d9f3f7e23c1cd519e629e30b0c0e1a0/?vgnextoid=1b42e34e891e3210VgnVCM1000008d0c1e0aRCRD&vgnextchannel=1b42e34e891e3210VgnVCM1000008d0c1e0aRCRD&vgnextfmt=detall&contentid=a408e2b9be5f0210VgnVCM1000008d0c1e0aRCRD



Solicitud de plaza de aparcamiento reservada en la vía pública


Si queremos que el ayuntamiento de nuestra ciudad nos reserve una plaza de aparcamiento en la calle, lo más cerca posible del portal de nuestro domicilio, hay que hacerlo mediante este trámite. La plaza se concede al vehículo de nuestra propiedad y en la placa de la señal vertical figurará la matrícula del mismo. Hay que renovarla anualmente. Nuestra experiencia en particular nos ha hecho llegar a la conclusión de que nuestra sociedad todavía no está preparada para respetar este "privilegio" ya que las usurpaciones por parte de otros vehículos es constante y hasta cierto punto estresante y, por qué no decirlo, peligroso ya que en más de una ocasión hemos recibido amenazas verbales por tener que avisar a la grúa municipal para que retirara el vehículo usurpador, y justo en el momento de ser retirado aparecer el dueño del vehículo con actitudes poco democráticas. Tal es así que el resultado de dos años de disponer de una plaza reservada en la vía pública han sido cuatro cristales del coche rotos, curiosamente el mismo número de vehículos retirados por la grúa municipal. Hace bien poco la última modificación del código de circulación considera esta usurpación como falta grave y puede ser sancionada con una multa de hasta 300 € y la retirada de algún punto en el carnet de conducción, pero esta información es sólo de oídas. Reconozco no haberme leído el nuevo código entero. Es una lástima que la gente no adquiera la conciencia de determinadas cosas de una forma más civilizada y tras una maduración personal de la lógica más sesuda.

https://w30.bcn.cat/APPS/portaltramits/portal/channel/default.html?&stpid=19970000174


Carnet pensionistas Ferrocarriles Generalitat

Con él se ofrecen descuentos en la compra de billetes. Renfe también tiene su carnet al que llaman "tarjeta dorada".

https://w30.bcn.cat/APPS/portaltramits/portal/channel/default.html?&stpid=19970000588



Tarjeta acreditativa discapacidad


El último invento de la Generalitat de Catalunya. Se trata de una tarjeta que en su espacio reducido resume de la mejor manera el primer documento al que nos referíamos, es decir, nos indica el grado de discapacidad y otros baremos como el de movilidad o el de tercera persona. Si bien han insistido en que probablemente nos seguirán pidiendo una copia del documento del "certificado reconocimiento discapacidad" puede ser que algún día con simplemente presentar esta tarjeta ya sea suficiente como justificante para otro trámite. Asimismo hoy por hoy y como medida de gracia tener esta tarjeta comporta tener algún beneficio en cuanto a precios en algunas actividades relacionadas con la movilidad, la cultura, el ocio y el deporte, es decir, algunos transportes públicos con los cuales ya teníamos ventajas con otras de las tarjetas listadas, teatros, museos, parques temáticos y gimnasios que, curiosamente, llegado el punto de determinadas incapacidades jamás podremos pisar. Esperaremos a que el catálogo de ventajas aumente con el tiempo y con la lógica cercana a los beneficiarios de esta tarjeta.

http://www20.gencat.cat/portal/site/OVT/menuitem.8d9f3f7e23c1cd519e629e30b0c0e1a0/?vgnextoid=1b42e34e891e3210VgnVCM1000008d0c1e0aRCRD&vgnextchannel=1b42e34e891e3210VgnVCM1000008d0c1e0aRCRD&vgnextfmt=detall&contentid=5d281c9d19855210VgnVCM1000008d0c1e0aRCRD


jueves, 13 de mayo de 2010

Sillón

Hoy toca hablar de una pieza de mobiliario que considero indispensable. Quiero referirme al sillón en el que a diario me paso un buen número de horas. La primera intención a la hora de adquirirlo era la de facilitar la maniobra de levantarme cuando las piernas empezaron a flaquear. El sillón al que me refiero tiene la cualidad de que puede levantarse (ver imagen) hasta cierto punto para facilitar la puesta en pie y evitar el mayor esfuerzo que supone la arrancada de ese movimiento.

Una vez puesto en pie la maniobra de la transferencia es una combinación entre la pericia del que ayuda y el tiempo que podemos mantenernos en esa posición. Pero la característica que sobradamente conocemos de "degenerativa" que decora nuestro mal hace que esta primera importante utilidad pase más tarde a un segundo plano. El mismo sillón tiene la característica de ser abatible por lo que facilitará el cambio de posición regularmente y el consiguiente reparto de pesos sobre los puntos de presión. Como siempre recordar que pese a esta característica también es importante cambiar de asiento cada dos o tres horas.

Este elemento, como cualquier otra cosa de la que hemos hablado y hablaremos, tiene el gran inconveniente de que en la mayoría de los casos no podremos probarlo a conciencia hasta después de haberlo adquirido, pero en base a mi experiencia puedo llegar a afirmar que es lo suficientemente cómodo como para recomendarlo. Como contra decir que quizás los diseñadores podrían haber contemplado la posibilidad de poder sustituir la espuma del cojín que se deteriora con el uso continuado, o incluso haber elegido algún material más noble como el látex. Pero como todo hoy en día esto también está diseñado para que su vida útil sea lo suficientemente corta como para que deba sustituirse en un tiempo poco razonable para nuestros bolsillos y entendederas y seguramente habrá que sustituir el sillón por rotura de su mecanismo eléctrico antes que la espuma del asiento haya perdido su efectividad. No obstante valoro positivamente la inversión. Otro punto negativo es el tapizado disponible dentro de esta marca comercial que se puede consultar en el enlace que adjunto. Por lo menos cuando decidí adquirirlo no había mucho donde elegir aunque el segundo tenía un tapizado menos hortera que el primero, pero ya acostumbra a pasar en todas estas cosas que tienen que ver con la discapacidad y las ayudas técnicas en donde mucho no se puede elegir y uno tiene que con conformarse con lo existente en el mercado. La sorpresa ha sido encontrar el catálogo disponible de esta marca comercial (la única que conozco) donde encontramos más modelos de sillón y que incluso, al parecer, están disponibles en un par de acabados. Otra cosa será que nuestro ortopeda tenga la habilidad y la voluntad de conseguir aquello que teóricamente figura en catálogo.

Sobre el mundo de los sillones abatibles cada cual podría decir lo suyo pues sólo debemos pasearnos por tiendas de mobiliario donde encontraremos algunos que incluso tienen la opción de convertirlos en sillones vibratorios pero dudo mucho que tengan la característica de poderse levantar.

http://doclibrary.invacare.es/Office/Europe/Marketing/MktDocSP.nsf/MListeProduct?openform&bu=3000&subgroup=3200&family=3210