lunes, 22 de noviembre de 2010

Cuidadores, asistentes, etc...


Hoy me he decidido a hablar sobre un tema un tanto delicado, pero dado que ha cogido cierto protagonismo por una aparición televisiva en medio de la campaña electoral de las elecciones al Parlament de Catalunya no quería desaprovechar la ocasión para expresar mi opinión, como siempre muy personal.


Hace unos años, a raíz de las noticias relacionadas con el desarrollo de la Ley de la Dependencia, una fundación ligada al BBVA estimaba que el coste de la atención a una persona dependiente rondaba los 1800 €/mes. Ahora bien, reconozco que sin haber leído todo el trabajo realizado por esta fundación y del que guardo copia en las estanterías de mi librería puedo decir, por experiencia propia, que el cálculo a simple vista resulta corto. Imaginemos por un momento a alguien que por su nivel de dependencia necesite atención durante 24 horas/día. Sigamos imaginando que esa persona, por las razones que sea, tenga que contratar esa atención y por lo tanto, estatuto de los trabajadores en mano, tendrá que contratar tres personas para que cada una de ellas realice un horario diario de 8 horas/día y utilizando el término universal y ahora tan de moda del mileurismo le adjudicaremos a cada uno de ellos ese sueldo (que me perdonen por hacerlo tan barato) y con una simple multiplicación dé el resultado de 3000 €/mes. A esta cantidad habría que sumar la manutención, alimentos, ayudas técnicas (que la mayoría no están subvencionadas), vivienda, etc., y por qué no, algún capricho como el de alquilar una película en un videoclub.


No es ésta una visión catastrófica del tema es simplemente, como decimos aquí en Catalunya, habas contadas. Pero bien, como dijo algún político en un programa de televisión, hemos de reflexionar y alegrarnos ya que antes de llegar la ley de la dependencia no había nada, y nada es nada, así que fácilmente podemos llegar a la conclusión que, números al margen, todo este tipo de asistencia se desarrollaba en ámbitos puramente privados y muchas veces a espaldas de la sociedad más visible, más mediática, es decir que cada cual se buscaba la vida pues el problema de la dependencia no es una consecuencia de los tiempos modernos, ni una moda, ni un invento político. Pero no vamos a hablar de la ley de la dependencia, muchos ya sabemos el rendimiento que está dando y las esperanzas de lo que dará de sí. Quisiera centrarme más en una cuestión de la realidad de los que vivimos en una situación de dependencia total y que muchas veces nuestro bienestar viene dado por una mera cuestión de la más pura suerte que impide que no reclamemos la muerte a gritos.


Tal vez sea una cuestión de país pero hace tiempo, indagando sobre el tema de las posibles opciones de optar para una plaza residencial para discapacitados, averigüé que en Catalunya las opciones eran prácticamente nulas. Y cuando digo nulas me refiero tanto a nivel público como a nivel privado. Todo lo contrario que en Francia que dispone de una red pública de residencias y centros para este tipo de situaciones muy amplia. Hablando con alguien con conocimiento de causa sobre este tema me dijo que la relativa actividad bélica del estado francés producía un número determinado de dependientes, o dicho de otra manera, heridos de guerra que posteriormente necesitarían de una serie de cuidados especiales y que a raíz de esa situación se desarrolló esa red de asistencia incluida en el sistema de salud francés y que ahora se mantiene al margen de la ausencia de enfrentamientos bélicos. Tal es así que incluso uno de los puentes que atraviesa el Sena en París rinde homenaje a "los inválidos". Para que nos hagamos una idea, si quisiéramos ir a pasar un mes a una de estas residencias o centros hace aproximadamente unos 10 años el presupuesto ascendía hasta los 6000 €.


En España hace 70 años que acabó la guerra civil y por lo visto los que sobrevivieron no debieron encontrar motivos suficientes como para justificar esta necesidad, aunque se habla y se rumorea que existe un centro dependiente del gobierno autonómico de Castilla-La Mancha para parapléjicos en Toledo que quien ha tenido ocasión de visitarlo lo califica como "El Dorado" de este tipo de centros (¿uno en todo el país?).


http://www.hnparaplejicos.es/


Así que siguiendo investigando conforme a uno se le van planteando determinadas necesidades descubre que si bien existen instituciones muy centradas en paraplejia o tetraplejia las pistas de lo que encuentra es que estos centros están básicamente orientados al tratamiento médico de estas patologías y de las consecuencias posteriores de estas patologías, es decir, no están pensados para largas estancias. Incluso interrogando a estas instituciones reconocen que no existe una bolsa de trabajo específica para el cuidado de personas dependientes, es decir, por la razón que sea la gente no opta por desempeñar este tipo de trabajo y por lo cual tampoco hay una formación determinada y específica para este tipo de actividad, solo breves apuntes generales en los estudios de medicina, enfermería, fisioterapia o auxiliar de enfermería. Así que con estas premisas el pesimismo opta por invadir y por eso y hasta el momento la ley de la dependencia en lugar de ofrecer servicios o profesionales que podrían incluirse en la lista de asistentes personales o cuidadores optan por ofrecer dinero para compensar la carencia pero calculado con unos estándares que a priori se presentan como "curiosos", por supuesto siempre a la baja, muy a la baja.


Con todos estos condicionantes uno, con ayudas económicas o sin ellas, tiene que encomendarse a algún santo que no esté muy ocupado y mirar a un lado y al otro para poder identificar a quien podrá recurrir dentro de su círculo más cercano dispuesto a desarrollar una función generalmente sobrevenida y en muy pocos casos de elección voluntaria que marcará el resto de su vida. Lo normal, como siempre ha sido, es recurrir a la familia siempre y cuando ésta esté capacitada, pero no en cuanto a conocimientos que estos se podrán adquirir conforme al devenir de las carencias y de las necesidades del afectado, sino en cuanto a la voluntad de adquirir ese compromiso que por otra parte no hay dinero que pueda pagar. Porque lo que tengo claro a estas alturas de la película es que nos cuide quien nos cuide siempre tendrá que ser alguien que por una razón u otra tenga un compromiso sentimental de mucho valor pues toda la serie de vivencias que el futuro nos aportará solo será sostenible con ese compromiso sentimental que algún poeta clarividente definiría como "amor". Todo lo que difiera de esto, todo aquello que podamos pagar con dinero a cambio de horas de trabajo será simplemente a cambio de conseguir a "aquel que cuida el gato", es decir, alguien que pudiera ocuparse de la persona dependiente un determinado pero corto número de horas, responsabilizándose de lo más básico y más elemental, para que el cuidador principal, la auténtica estrella de esta terrorífica película, disponga de un tiempo para su persona o para realizar todas aquellas gestiones que no pueden realizarse sin salir de casa. No obstante y por experiencia puede darse el caso de que el contratado llegue a implicarse, también sentimentalmente, con la situación y que por lo menos facilite la comprensión de la situación y que no añada más problemas de la que ésta ya conlleva y que su disponibilidad sea total para conciliar horarios y necesidades. Esto, aunque parezca frío, también es un auténtico milagro o un auténtico golpe de suerte. Lo contrario, en más de una situación, por decirlo de alguna manera lo más normal, hace que el asistente/a más tarde o más temprano se convierta en algún momento en el asistonto/a .


Para ir acabando, hemos llegado a la conclusión que toda aquella ayuda externa que tengamos que contratar lo haremos básicamente pensando en que la ayuda que pueda ofrecer estará más enfocada en ayudar y aligerar de carga de trabajo e incluso a aumentar en lo posible la comodidad de aquella o aquel que se erige como cuidador de la persona dependiente y que sea esta última quien disponga o dirija la ayuda que nos puedan ofrecer.



Quiero dedicar este apunte (que he autolimitado para no excederme en cuanto a longitud) a mi compañera Eva. Diría "esposa" pero el término me suena extremadamente casposo e incluso un término policial, aunque también podría decir "mi mujer" que me suena también a demasiado posesivo, así que aunque exista una unión de tipo civil la palabra "compañera" define perfectamente el tipo de relación que nos une.