lunes, 19 de septiembre de 2011

Operación Voto


Hoy pretendo explicar la última berza con la que me he obsesionado. Ya suele pasar, cuando uno tiene excesivo tiempo se embarca en guerras troyanas inacabables y de indatable finalización, pero aún así insisto en estas batallas porque considero que tengo razón y un buen motivo para emprenderlas.

El título del apunte ya indica de que toca hablar hoy. La dificultad de una persona con movilidad reducida para ejercer su derecho al voto no debería ser en ningún momento motivo de controversia pero la realidad es tozuda y la casuística puede ser tan florida como el indeterminado número de personas con el indeterminado número de características que quieren ejercer ese derecho luchando contra todo tipo de barreras arquitectónicas, incomprensiones e incluso espeluznantes casos de discriminación. Así que puestos en estos primarios antecedentes es fácil sospechar que ante determinados obstáculos tanto físicos como intelectuales más de uno decline por imperativo ajeno a ejercer el derecho al voto o, por el contrario, emprenda inhóspitos caminos para poder ejercer ese derecho.

En primer lugar sería interesante aclarar determinados conceptos que quizás justificarían mi preocupación por este tema y el primero de ellos me lleva a escribir otro pensamiento primario que es el de saber que en el momento de ejercer mi voto mi gesto tiene el mismo valor intrínseco que el de cualquier otro ciudadano al margen de cualquiera que sea su condición. Es decir, mi voto tiene el mismo valor que el de la persona más poderosa que podamos imaginar y en eso reside la grandeza del sistema democrático, aceptado como imperfecto pero que ningún otro permite esa célula de igualdad. En cuanto a la abstención el mismo sistema permite que no tengamos que cuestionar la opción, desde la abstención militante ante el desencanto político hasta la abstención de aquel que considera más importante una comida en el campo que participar en ese proceso la opción en todo caso es voluntaria, así que nada tiene que ver con aquella que por el motivo que sea no te permite ejercer ese derecho en contra de tu propia voluntad, y eso es intolerable.

Llegados a este punto tengo que reconocer que por causas ajenas a mi propia voluntad he dejado de participar en tres convocatorias electorales desde que por edad tengo ese derecho. La primera en el año 82. Por aquel entonces estaba a otro punto del país realizando el servicio militar obligatorio y por aquel cuartel no apareció nadie preguntando si alguien quería votar utilizando la fórmula del voto por correo, aunque tampoco era de extrañar viendo una enorme fotografía del "generalísimo" presidiendo el despacho del capitán de la compañía. Tampoco era ni el momento ni el lugar idóneo para realizar determinadas peticiones aun siendo legales y convenía más recurrir al sabio consejo del oficial de guardia que te daba gratuitamente el primer día en el que entrabas en aquel acuartelamiento y que se resumía con esta frase: "Señores, hagan el favor de dejar colgados sus cojones en la puerta y no olviden recogerlos el día y en el momento de su salida de esta sagrada institución".

Las dos siguientes abstenciones por causa mayor es precisamente lo que intento subsanar para que no se repitan y que también intento describir en estas líneas aunque el proceso para tal impedimento ha sido largo y sinuoso por lo que se merece añadir una explicación. En primer lugar decir que mi colegio electoral está a menos de 100 m de la puerta de mi casa, algo que a priori tendría que significar una honda y real satisfacción.




Un escalón de más de 10 cm aproximadamente es la única barrera arquitectónica. Ahora bien, ese escalón incumple cualquier normativa vigente sobre accesibilidad de edificios y lugares de titularidad pública, es decir, el colegio al que nos estamos refiriendo es un colegio municipal de la ciudad de Barcelona, municipio que desde el año 89 tiene aprobada una normativa sobre accesibilidad, al margen de un buen número de leyes sobre el mismo tema de carácter estatal. Así que mientras que los riñones de mi estimada compañera han podido empujar la silla de ruedas de propulsión animal hemos superado ese escalón y hemos ejercido ese derecho, pero ni sus riñones ni mi deteriorado control de tronco pueden alargar más esta agonía y un escalón de esa altura no puede ser superado de ninguna manera con una silla eléctrica (se entiende por eléctrica la que tiene ruedas y un motorcillo en cada una de ellas) con un peso escurrido de aproximadamente 80 kilos a los cuales hay que añadir otros tantos (bueno, algunos menos, que todavía conservo la línea) del tieso que es transportado por la primera, y que por muchos voluntariosos voluntarios de la Cruz Roja que se encuentren en la zona no podrán levantar el conjunto sin poner en peligro la integridad física del tieso y la de ellos mismos, algo, por otra parte, inaceptable. Llegados a este punto la siguiente opción era el voto por correo, pero ah...!!!, amigos, otra nueva odisea y aventura nos espera.

Cuántas veces hemos oído por aquí y por allá proclamas sobre accesibilidad, integración, políticas de participación, etc. etc., cuando lo realmente preocupante es la más que palpable ceguera sobre pequeños detalles que a los discapacitados se nos convierten en grandes ascensiones. Desde luego ejercer el derecho al voto mediante la fórmula del voto por correo es hacerlo de forma militante ya que significa ir a la oficina de correos más próxima a solicitar la documentación para una vez cumplimentada volver a la misma oficina para entregarla y una vez recibidas las papeletas volver de nuevo a la oficina a ejercer ese derecho. Eso sí, ese sería el procedimiento para los "normales", porque de no pertenecer al colectivo generalizado el proceso implica muchas cosas más que más tarde detallaremos. La cuestión es que en el primer intento todavía estábamos en condiciones de ir y venir a la oficina de correos más próxima a nuestro domicilio, la cual, por suerte, sí estaba adaptada aún tratándose de un local lúgubre y cochambroso. El problema grave se originó el día que recibí las papeletas para votar por correo certificado y que debía firmar el correspondiente talón de recibo. La funcionaria ni entendió ni aceptó que firmara nadie por mí aún estando yo presente como tampoco estaba yo dispuesto a ejercer de marioneta atándome el bolígrafo a los dedos con una goma elástica mientras que otro me moviera el brazo imitando el gesto de firmar. Así que ya la teníamos liada. El teléfono ardió unos instantes entre el director de la oficina de correos y la junta electoral llegando a un acuerdo de urgencia en el que aceptaban mi huella dactilar como firma pero con el comentario añadido por parte del funcionariado de que aquello no era lo correcto, pero que se aceptaba como solución para aquel momento concreto, es decir, no podría volverse a repetir?. La siguiente recomendación fue que me acogiera al otro sistema de votar por correo para la gente que no puede desplazarse de su domicilio a causa de una enfermedad y cuyo punto reproduce la imagen.



Así que en la siguiente convocatoria electoral recurrimos a esa fórmula que remata cualquier posibilidad de mejoría en el proceso, complicándolo de una forma casi inenarrable con la excusa oficial de que todo el sistema electoral debe ser altamente garantista aún a costa de complicarle la vida a quien precisamente hay que facilitársela, por lo que, ingenuo de mí, y después de haber probado todos estos platos variados no se me ha ocurrido otra cosa que denunciar lo que a mi entender significa una gravísima situación de discriminación al Síndic de Greuges, el "defensor del pueblo" en versión catalana, en los siguientes términos:

Sr. Sindic de Greuges,

Me dirijo a usted para denunciar una situación, que a mi parecer es de clara discriminación hacia mi persona y todas aquellas que afectadas por un una discapacidad física no pueden desplazarse de su domicilio para ejercer su derecho al voto y que por tal circunstancia y conforme a la ley electoral vigente deben hacerlo mediante el voto por correo.

Creo imprescindible y necesario explicar mi situación personal de forma resumida y que en caso de que usted lo solicite podría concretar con más detalle. Padezco una enfermedad neurodegenerativa de 16 años de evolución que me ha paralizado prácticamente toda la musculatura motora, es decir, me encuentro en una situación de tetraparesia, lo que me impide moverme de forma autónoma. Asimismo y por la propia evolución de la enfermedad actualmente necesito respiración asistida la mayor parte del día por lo que la posibilidad de desplazarme fuera de mi domicilio es prácticamente nula, exceptuando que esos desplazamientos se hicieran con transporte medicalizado.

Como justificante de esta situación le adjunto el reconocimiento oficial de mi grado de dependencia Grado 3, Nivel 2, acorde con la Ley de la Dependencia y el reconocimiento oficial de invalidez por parte de la Generalitat de Catalunya, así como un informe médico resumido de mi situación actual emitido por mi médico de familia del Instituto Catalán de la Salud.

Así pues y siguiendo las instrucciones de la documentación oficial que se entrega en el momento de solicitar el voto por correo para todo aquel que no pueda desplazarse por enfermedad hasta su colegio electoral, tal procedimiento comporta los siguientes desplazamientos, por parte de una tercera persona:

A) Recoger la documentación en la oficina de Correos correspondiente.

B) Visitar al médico de familia para la obtención de un certificado médico, que a voluntad del colegiado puede comportar un coste económico y que con seguridad no se realizará el mismo día por lo que convendrá realizar un segundo desplazamiento al Centro de Atención Primaria para recoger el certificado debidamente cumplimentado.

C) Desplazarse para concertar cita con un notario público, que deberá, éste, desplazarse hasta el domicilio del solicitante para dar fe del acto que se solicita. Asimismo si el solicitante tiene una discapacidad física que le impide el acto de la firma se deberá efectuar el acta notarial en presencia de dos testigos, que en ningún caso podrán ser familia directa.

D) Desplazarse para recoger la documentación realizada por el notario.

E) Desplazarse de nuevo a la oficina de Correos para entregar toda la documentación en un sobre, que dependiendo de la voluntad del funcionario implicará el coste de dicho sobre, con destino a la Junta Electoral para realizar la solicitud de voto por correo.

F) Por último volver de nuevo a la oficina de Correos para entregar el voto en sí, dirigido a la correspondiente Mesa Electoral.

Todos estos desplazamientos, en mi caso, los efectúa mi pareja que por otro lado deberá ausentarse el tiempo necesario para ello y para lo cual se deberá contratar a otra persona el correspondiente número de horas para sustituirla y poder así atender a mis necesidades ya que soy una persona con dependencia total. Añadir, también, que todo este proceso deberá repetirse en cada convocatoria electoral, es decir, deberá repetirse todos y cada uno de estos trámites que tratándose, como se trata, de una enfermedad degenerativa y no de una situación temporal resulta incongruente realizarlo una y otra vez.

En una sociedad que se jacta, que nos jactamos, de facilitar la accesibilidad y de promover la participación y la igualdad de todo tipo de personas al margen de su condición, derechos asegurados en nuestra Constitución, Carta de Derechos Humanos, y diversas leyes de nuestro país, resulta que con la excusa de asegurar que el sistema sea todo lo más garantista posible el proceso del voto se convierte éste en un auténtico laberinto que dificulta, en mucho, tal y como se expone, el ejercicio de un derecho tan básico y primario como el del voto, causando, según mi parecer, una situación clara de discriminación respecto al resto de personas que no sufren una discapacidad física.

Solicito pues, que se revise todo este procedimiento o todas estas condiciones para futuras convocatorias electorales o se promueva, tal y como se realiza en otros países europeos, el voto electrónico pues existe la tecnología suficiente como para que éste sea todo lo garantista que se desee.


Para abreviar diré que a todo este rollo añadí toda una argumentación legal como por ejemplo los artículos 9, 14 y 49 de la Constitución Española, los artículos 15, 29 y 78 del Estatut d'Autonomía de Catalunya, la ley 11/2007, etc.

A las pocas semanas recibí una carta conforme se aceptaba la reclamación aunque la misma es una respuesta automática en la que no se especifica ningún plazo de la resolución, ni los trámites o gestiones que se efectuarán.




Poco antes del comienzo del mes de agosto recibí una llamada de una funcionaria del Síndic en la que lo primero que me dejó claro es que el Síndic de Greuges de Catalunya no tiene competencias sobre este asunto, algo que ya cabía esperar. Lo curioso es que no tiene ni las competencias sobre los comicios electorales en Catalunya pues la norma electoral en Catalunya está pendiente de redactar desde el primer estatuto del 1979 por lo que las convocatorias electorales se rigen bajo la ley electoral española. Capté el mensaje de la falta de competencias que en mi pueblo a esto se le llama "incompetente", con toda la carga emotiva que desprende la propia palabra, así que sólo me quedaba preguntarle: ¿y ahora qué hacemos?, a lo que me respondió que harían no sé qué tipo de gestiones con no sé quién para exponer la problemática y que ya me informaría, pero que dadas las fechas esto sería después de vacaciones, porque lo que sí que me quedó claro es que la funcionaria se iba de vacaciones.

A fecha de la publicación de este apunte no tengo más noticias ni del Síndic ni de la funcionaria del Síndic ni de nadie ni de nada. Sólo apuntar que el colegio electoral, una escuela municipal de la ciudad de Barcelona, ha estado todo el verano en obras y el escalón de más de 10 cm de alto ha desaparecido pero tampoco queda claro cuál será el nuevo acceso a la zona donde se instalarán las urnas dentro del colegio por lo que ya me he agenciado número de teléfono de la junta electoral de Barcelona, del IMD (Institut Municipal de Personas amb Discapacitat), de toda la argumentación legal sobre accesibilidad en edificios públicos tanto a nivel nacional como municipal de la ciudad de Barcelona y medio redactada la queja a la alcaldía del distrito y el número de teléfono de los Mossos d'Esquadra por si el día de las elecciones el acceso a mi colegio electoral es inaccesible, valga la redundancia.

Seguiremos informando