lunes, 4 de enero de 2010

Imposible despejar la incógnita

Todavía mareado por el deprimente espíritu de la Navidad empecé a escribir un apunte sobre mis experiencias sobre las posibilidades existentes en sillas de ruedas. Pero eso será otro día ya que la inspiración se mostraba seca y poco activa.
Hoy me he levantado con dolor de cabeza, como una especie de resaca tras una exacerbada actividad onírica que me ha deleitado toda la noche con un rosario de asesinatos y vacunas de la gripe A, B, C, que sin poder llegar a definirlo como insomnio me impiden que concilie el sueño y el descanso más de dos horas seguidas. Mi primera visión de cada mañana acostumbra a ser el cogote o la cara de mi fiel compañera, aunque aquí el término de fidelidad alcanza una cota diferente al entendimiento vulgar. La fidelidad consiste en haberse convertido voluntariamente en mis brazos, mis manos, mis piernas, mi mando a distancia, mi mando a corta distancia, mi alimentación, mi cuidado personal, mi limpieza y prácticamente todo aquello que uno pueda imaginarse. A menudo discutimos los dos sobre el mérito ajeno de la predisposición o de la resistencia y creo que puedo afirmar con rotundidad que tanto una como la otra cosa son indisociables, que de una forma poco fácil de explicar se alimentan la una a la otra. En alguna ocasión, incluso, se llega a formular la siguiente pregunta:
"-¿No harías lo mismo tú por mí?"
Y no deja de ser también ponderable hasta qué punto el amor puede estrujar tu sinceridad y tener que reconocer un "no sé", simplemente por el hecho de que la respuesta sería tan retórica como imposible de demostrar ya que no será posible demostrar aquello que se responde casi por decreto sin poderlo convertir en evidencia. Habrá quien piense que el "claro que sí" sería la respuesta correcta pero... ¿hasta qué punto sería cierto? Lo digo porque la situación además de ser imposible, ya que materializar la respuesta en actos o hechos es imposible por la inexistente posibilidad de curación. A más a más y por esto último desgraciadamente o afortunadamente hemos pasado al otro lado de la incógnita, es decir, tenemos una base de conocimiento que la mayoría de la gente que goce siempre de salud no podrán atesorar. No sé si me explico lo suficientemente bien. Quiero decir que muchas veces pensamos en el comportamiento de los otros respecto a nosotros con una base de conocimiento que esos otros no tienen respecto a nuestras condiciones de vida y por lo tanto para nada somos imparciales a la hora de establecer juicios, e incluso la propia costumbre de vivir en las condiciones que vivimos hace que nos olvidemos de como éramos y pensábamos antes de enfermar.
Así que responder "sí" sería como en el "valor" que anotaban en la cartilla al acabar el servicio militar que al no poder demostrarse en una acción real acababan por calificarlo como "se le supone". En contra de tantas hipótesis, de tanta incógnita o de tanta suposición me encuentro ante la evidencia diaria de alguien que me demuestra en cada gesto y en cada palabra ese valor que a mí se me supondría en el caso de responder un "sí" inmediato. Ella siempre me dice que el mérito es mío por soportar tanta adversidad o tanta incapacidad, pero incluso con su predisposición hace que llegue, en algún momento, hasta olvidarla.
Recuerdo como un día llegó un poco indignada porque el conserje de la finca le dijo que la admiraba por tanta abnegación. El problema fue que la palabra está, por lo menos en nuestro país, en total desuso y puestos a considerar que el conserje era argentino, acostumbrados ellos a la retórica y al verbo hermoso, tuvimos que echar mano del diccionario de la RAE que define abnegación como "sacrificio que alguien hace de su voluntad, de sus afectos o de sus intereses, generalmente por motivos altruistas", o por qué no decirlo por amor. Triste balance de reconocimiento que un absoluto extraño utilice tan extraordinaria palabra que resume de buena manera algo que la mayoría entenderíamos como entrega. Por muchos "t'estimo" que le llegue a decir todos me parecen pocos para expresarle... ¿agradecimiento?
Y si de recordar se trata recuerdo también el día que mi neurólogo favorito ante nuestra pregunta de que pensaba sobre determinada asociación de afectados me respondió que "Tú no necesitas de ninguna asociación. Tú tienes Ela pero tienes a Eva, y con ella tienes más que suficiente".

Tenía razón.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Quanta raó tens en tot el que escrius! Jo mateixa, després d'una etapa molt dura a la meva vida crec que mai podré agrair prou a la meva parella el haver estat al meu costat d'una manera incondicional, sense fisures. També em va preguntar el mateix: no faries tu el mateix per mi? I la meva resposta va ser un "clar que si", però va ser una resposta semi automàtica pq afortunadament (o aixi ho espero) mai ho sabrem.

una abraçada ben forta.

Anónimo dijo...

Hola Joan te he dejado un comenterio en alguna entrada del principio, desconozco si te lo marca por algún lado, de todas formas aprovecho para saludaos por 2ª vez