martes, 26 de enero de 2010

Sobre ruedas

Que gran invento el de la rueda.
El otro día viendo "2001 Odisea en el espacio" reflexionaba sobre la evolución del hombre y aunque en la película se escenifica la iniciación en la utilización de herramientas especialmente para generar violencia contra los propios semejantes, no deja de ser divertido imaginarse como el homínido descubrió la utilidad de la rueda y su aplicación a casi todo lo que nos rodea.
Hoy hablaremos sobre las sillas, con ruedas, claro. Y es que llegado el punto en el que las piernas flaquean, y sobre todo en el exterior de casa, hay que doblegarse ante la evidencia y sentarse en una silla, con ruedas, claro. La nuestra es una enfermedad que por mucho que lo intentemos nadie la va a parar así que recuerdo la soberana chorrada que un día oí salir de la boca de determinado personaje que rondaba las proximidades de mi vida diciendo que "que no se acostumbre a ir en la silla de ruedas, que luego le costará volver a andar". Al margen de gilipolleces mencionar también que las caídas son dolorosas y mis nueve puntos de sutura en la frente me lo recuerdan constantemente. Y hablando de recuerdos me viene aquel, del día que fuimos a comprar la primera a la ortopedia y que volvimos de la tienda andando, y Eva empujando la reluciente silla totalmente vacía y yo cogido de su brazo caminando como cual muñeca de Famosa. La verdad es que estuvo dos meses plegada en una habitación cogiendo polvo hasta el punto que el primer día que la usamos tuvimos que hinchar las ruedas porque éstas habían perdido la presión adecuada. Aquel día descubrí la incomodidad personificada. Parece ser que en este campo los ingenieros (que deben llamarse así por su ingenio, ¿no?) no experimentan todo lo que deberían experimentar (necesidad obliga) y si bien cada discapacidad es personal e intransferible sería bueno aplicar una serie de criterios básicos, que por supuesto yo no voy a definir. Basaremos este apunte en lo que podemos encontrar en el mercado y las reflexiones sobre aquello que he podido experimentar en mi propia experiencia.
En primer lugar hablaremos sobre las sillas de propulsión manual que aunque nosotros nunca seremos capaces de impulsar por nosotros mismos sí que sufriremos las consecuencias de su diseño.

Habría que diferenciar dentro de este tipo, las de rueda pequeña y las de rueda grande. Las de rueda pequeña son más manejables en cuanto a maniobrabilidad y también el mayor número de probabilidades de que quepa en la cabina de la mayoría de ascensores, aunque en contra tiene que una vez en el exterior será más difícil subir y bajar escalones o bordillos y sobre esto también tenemos que pensar en aquel o aquella que detrás nuestro impulsa la silla. Es una cuestión del radio de la rueda, a mayor radio mayor facilidad de atacar un escalón o un bordillo que aunque deberían estar todos eliminados por decreto siguen estando donde siempre han estado y todo parece indicar que así seguirán. Así que si hay que escoger yo escojo la de rueda grande aún con el peligro de encontrarnos que en la mayoría de los ascensores de cualquier bloque de viviendas no entraremos, pero eso es lo que hay. El sistema de salud, con la receta del médico, nos financia una silla de este tipo pero hasta cierta cantidad.


Tendremos que abonar la diferencia para acceder a aquello que consideremos oportuno, como por ejemplo que el bastidor sea de aluminio, para ahorrarnos peso y esfuerzo, que sea plegable y que el respaldo sea alto porque llegará el día que el control del tronco empeore. Son incómodas de narices así que olvidémonos de permanecer muchas horas en este tipo de sillas, por muchos cojines antiescaras que pongamos. Sobre esto no me atrevo a aconsejar porque el culo es algo muy personal y delicado pensando que será algo que básicamente nunca más volverá a ver el sol. La gran putada es que para probar todo el abanico de posibilidades habrá que pagarlos por adelantado. El sistema de salud (todo siempre con receta) financia hasta un importe máximo este tipo de cojines que cada dos años podremos renovar.
Y ahora entramos en la panacea, la silla de ruedas eléctrica (menos mal que especificamos de ruedas, que si no suena fatal). Para acceder a ellas deberemos tener un contundente diagnóstico y su respectivo informe para que el sistema de salud nos financie hasta un máximo de 3000 €. Eso nos facilitaría acceder a un modelo básico así que cualquier extra o añadido deberemos pagarlo nosotros. Hay quien convierte determinadas cosas en luchas enconadas contra la dependencia y para ello existen posibilidades como todo tipo de accionamientos para controlar una silla eléctrica, tales como luces de barrido, control por soplido, pulsadores especiales, accionamientos digitales, etc., pero para ello siempre tendremos que hacer funcionar cualquier músculo por pequeño que éste sea y eso conlleva que pasado determinado tiempo el músculo se agota y por experiencia puedo decir que cuesta mucho recuperarlo si es que lo podemos recuperar. A diferencia de una lesión medular en la que determinados grupos musculares que queden fuera del alcance de la lesión podremos cultivarlos e incluso potenciarlos , en nuestra enfermedad la chispa que acciona el músculo va menguando y hasta parece que se agota como si de una pila no recargable se tratara. En función de esto hay que abdicar de determinados intentos ante la evidencia y buscar soluciones que más tarde o más temprano deberán también aplicarse. Supuestamente el hombre ha llegado a la luna pero ha sido incapaz de desarrollar un sistema de control mental o que aproveche los impulsos cerebrales para conducir una silla eléctrica. Alguna cosita se ha probado e incluso se ha llegado a conectar cables en el cerebro de forma invasiva pero el tema todavía es muy experimental. De todos estos inventos o de todos estos engendros reconozco haber probado el selector con luces de barrido, mal aconsejado por unos y con el tácito silencio de la ortopedia que me lo instaló en mi silla de ruedas eléctrica. La broma o el engaño tuvo el coste de 600 € aproximadamente y sólo pude usarlo un día, el mismo que descubrí que la simple inclinación de una acera me impedía ir en dirección recta. Este selector sólo entiende cuatro direcciones; adelante, atrás, izquierda y derecha y no tiene reguladores de carga para impedir esas desviaciones de dirección o inclinación en el terreno.


Así que una vez abdicado hay que dar paso a una solución externa, es decir, hay que reconocer que será otro u otra quien impulse nuestra silla así que de lo que se trata es de darle las mayores facilidades posibles. Para ello contamos con el mando acompañante que se instala en la parte posterior del respaldo de la silla y es como una especie de Joystick, parecido al mando normal de la silla, con lo que el acompañante no tiene que empujar ni arrastrar ningún peso. Con un par de días de práctica, los mismos que tardaríamos nosotros mismos, los resultados son espectaculares.
No quisiera olvidarme de apuntar que hay que solicitar la silla al sistema de salud con la suficiente antelación que podamos justificar que podemos llevarla por nuestros propios medios, sino no nos concederán la subvención y aclarar también que la opción del mando acompañante tampoco está cubierta por ninguna subvención del sistema de salud.
Recuerdo como el primer día que salimos a la calle con la silla y el mando nuevo el ajuste del invento no era apropiado ya que al cruzar la Av. de Madrid de Barcelona (siete carriles) la velocidad no era la suficiente como para atravesar toda la avenida con el semáforo en verde. Como eso es regulable, un simple ajuste, y la velocidad será la suficiente como para convertirse en el terror de las abuelitas que no respetan las colas en los ascensores del Corte Inglés. La potencia puede ser generosa, no para levantar rueda pero casi. La contra, la única, que este tipo de sillas no subirá bordillos ni escalones por encima de los 4 o a lo sumo 5 cm, pero entraremos en la mayoría de ascensores y pensando en el estado de algunas aceras de Barcelona lo mejor es a veces optar por ir directamente por el asfalto que curiosamente casi nunca ofrece excesivas irregularidades aunque si despiertas las iras de algún conductor.
Y creo que no me dejo nada. Añado un enlace de alguno de los inventos a los que me he referido y que Invacare tiene en su catálogo.

http://doclibrary.invacare.fr/Office/Europe/Marketing/MktDocSP.nsf/0/2ad9e18eb270125dc125740400526cc6/$FILE/tarifa%20ACS%202009.pdf

1 comentario:

Pepe Luis dijo...

Mas que suficiente sobre ruedas Joan, llevo un par de días un pelín atareado porque mañana viene mi mami a pasar 2o días con nosotros, hemos estado comprando cama y adaptando el estudio a lo que será su dormitorio, he visto tu respuesta e-mail y mañana te cuento más cosas, es un poco tarde así que voy a dormir ya.
Adios guapos